¿QUE LE PASA A MI PERRO?

En muchas ocasiones seguro que nos hemos realizado esta pregunta. Hoy día la sociedad empuja fuerte y la competencia nos puede asfixiar. Posiblemente, a nuestro perro, esto no debería de representarle ningún problema, salvo si le repercute en forma de presión o no de sus propietarios hacia él.

 

Todo lo que no somos capaces de gestionar correctamente desde el punto de vista emocional, repercute en los demás. Si un día estamos frustrados y con mal genio por el motivo que sea, deberíamos pararnos a pensar antes de hacer cualquier actividad con nuestro perro. De hecho algo con lo que casi a diario convivimos y posiblemente más hoy día como está planteado el panorama social en muchos sentidos.

 

Bien, la influencia que podemos hacer sobre la mascota evidentemente pasa por como nosotros somos capaces de gestionarnos. La pregunta ¿Qué le pasa a mi perro? de este articulo en realidad podríamos verla desde este punto de vista ¿Qué nos pasa a nosotros?

Vamos a intentar ver cómo puede influir sobre nuestro perro esto que describo.

 

Si después de un día duro, intenso y poco grato llegamos a casa y nos encontramos con nuestro compañero canino, ni es bueno ser con él muy afectuoso (excesivamente) ni por supuesto ingrato (en ningún caso). Es un ejercicio que posiblemente a muchos propietarios les vendrá bien tener en cuenta si son de los que se encuentran en esta situación poco adecuada.

Si somos de los afectuosos en exceso, tenemos que medir las muestras de afecto y cariño con el perro, así como los momentos en que se las mostramos tanto a nuestra llegada como durante nuestra estancia en casa. Todo esto en un ambiente correcto sin que tengamos problemas o algún trastorno de comportamiento diagnosticado en nuestro perro.

 

No es demasiado influyente en ejemplares adultos y equilibrados, pero aun así medirnos es más positivo que negativo. En un cachorro y en un perro joven sí que tiene mucha más influencia, ya  que, ellos todavía están en proceso de aprendizaje.

 

De cara a su correcta formación en esta primera etapa de su educación siempre os recomiendo ser cariñosos y efusivos lo justo y necesario, nunca en exceso.

 

Imaginemos que siendo cachorro o jóvenes llegamos después de ese día duro y olvidamos nuestra parte de responsabilidad con ellos en mantener las normas establecidas o por establecer de su comportamiento en casa.

 

 Flaco favor se les hace entonces ya que esa falta de responsabilidad y compromiso les hará ver y comprobar que no siempre tendrá que estar autocontrolando ciertos comportamientos que esos momentos si le permiten realizar, tales como subirse encima de las visitas, ladrarnos, saltar impulsivamente sobre los muebles etc.

 

Vemos que en esos días con más fuerza necesitamos de nuestro compromiso en mantenernos disciplinados con el método para  conseguir el bienestar de nuestro perro. Siempre digo que es la mejor inversión de futuro.
 
Y vamos a ver cómo puede influir si lo vemos desde la otra perspectiva, opuesta al exceso de atención y cariño. Si cuando regresamos en casa lo tratamos de forma hostil, poco a poco iremos comprobando como nuestro perro deja de mostrarse confiado y cercano. Lógicamente percibe nuestro mal rollo y más aún si con él has sido rancio y hostil. Tu estado de ánimo y tu posible falta de ganas se van a traducir en rechazo y mal rollo. Así que claramente estamos obligados a pensar y actuar en consecuencia para con ellos.

 

Ellos no van a entender que hayas tenido un buen o mal día. Ellos solo ven que estas allí con ellos de nuevo y que según te encuentres van a tener buen o mal rollo.

 

Un mito (para mi incierto) que circula es lo que muchas veces describen sobre que a la llegada del propietario si el perro ha hecho algo malo lo sabe y el propietario lo sabe porque el perro se muestra distante y tenso, sin querer casi saludarlo a su llegada.

 

Bien al margen de lo que ha podido pasar en casa en ausencia de su dueño ese perro ha aprendido en días anteriores que la llegada del dueño es sinónimo de mal rollo porque este desde hace algún tiempo así se lo hizo saber.

 

Si la persona mira o encuentra el primer día algo que no le gusta (su perro mordió, rompió, mancho, ensucio en la casa), acto seguido la reprimenda en forma de mal humor y enfado mayor (en algunos casos) hace que el perro perciba ese mal rollo. Otro tema es que sepa a qué viene REALMENTE, y no me vale la frase mitificada: ¡él sabe que lo hizo mal, muy mal! Eso no funciona de ese modo por mucho que le quieran dar ese significado.

 

Así que vemos como después de esa hipotética situación lo opuesto a la muestra de excesivo cariño y atención es también inapropiada e indeseable desde el punto de vista emocional y de su bienestar. Si te sientes identificado en alguno de estos posibles ejemplos reflexiona con calma y simplemente intenta no caer en ello.


Muéstrate tranquilo y se fiable con él, aunque por dentro estés mal (al menos inténtalo). Si ves que no puedes siempre será mejor no interactuar con tu perro hasta que se te pase.

Como en el artículo anterior, decimos que el perro es el reflejo de su dueño. Tenlo en cuenta y reflexiona.

 

 

José Antonio Pineda Martínez.


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